Cuenta la leyenda, que una noche de Reyes, una niña llamada Gala se fue muy temprano a dormir. Sabía que la noche del cinco de enero, después de la cabalgata de reyes, sus majestades pasan por todas las casas a dejar los regalos y todos los niños deben estar dormidos.
Antes de irse a dormir se aseguró de haber dejado sus zapatos preparados y comida y bebida para abastecer a los Reyes y a los camellos. Sus padres le advirtieron que no debía salir de la cama bajo ninguna circunstancia hasta la mañana siguiente, que sería cuando ellos irían en su búsqueda para abrir todos juntos los regalos.
A mitad de noche, Gala se despertó con muchas ganas de hacer pis. Pero recordó la advertencia de sus padres y no se atrevía a salir de su habitación por miedo a que la vieran los Reyes Magos y se fueran sin dejar los regalos. Su hermano, que compartía habitación con Gala, parecía estar dormido muy profundamente.
Gala seguía aguantando el pis, pero llegó un punto en que no pudo más y decidió salir corriendo hacia el baño. Cruzaré deprisa y sin mirar atrás, pensó Gala.
De camino al baño no vio ni rastro de los Reyes Magos y tampoco escuchó nada, pero cuando salió del baño camino a su habitación, vio como se abría la ventana del pasillo sigilosamente y una mano con un guante blanco y un anillo de oro muy brillante atravesando la ventana.
Gala se quedó exhausta, no podía creerlo, había visto a un Rey Mago con sus propios ojos. Corriendo continuó hasta su cuarto y se metió en la cama tapándose hasta la cabeza y cerrando muy fuerte los ojos para volver a dormirse y que los Reyes no se dieran cuenta de que había salido de su habitación.
A la mañana siguiente, Gala se despertó y le contó a toda su familia el sueño que había tenido la noche anterior. Pues ella estaba segura de que todo había sido un sueño, pues era demasiado increíble para ser real.
Su hermano, que compartía habitación con Gala, le aseguró que todo sucedió de verdad, pues lo había visto con sus propios ojos.
Le aseguró a Gala que no había sido un sueño, que él también escuchó a los Reyes entrar por la ventana y en el mismo instante vió un gran estruendo de luz que iluminó todo el pasillo. Pero no se movió de la cama y cerró muy fuerte los ojos para dormirse de nuevo.
Gala y su hermano ese año se habían portado muy bien y habían ayudado mucho en casa, así que los Reyes Magos además de los regalos les habían escrito una preciosa carta que ellos guardaron con mucha ilusión.
Si a ti también te gustaría que los Reyes te envíen una carta escrita por ellos, ya sabes, no olvides portarte muy muy bien y sobre todo, pedírselo cuando les escribas tu carta.