Hace más de 2000 años, brillaba en el cielo una estrella más luminosa que ninguna. Contaban que aquella no era una estrella más, si no que siguiendo su estela uno podía llegar allí donde algo mágico estaba ocurriendo. Este suceso tan especial no era otra cosa que el nacimiento de un nuevo rey.
Al correr la noticia, los grandes reyes de oriente decidieron emprender un largo viaje para conocer al recién nacido. Por un lado, el rey de Nubia y Arabia, llamado Melchor, era un hombre muy sabio, al que le gustaba escribir libros sobre sus viajes y observar el cielo nocturno. Tan pronto como vio la estrella, cogió un pequeño cofre de oro como regalo para el nuevo rey y se puso rumbo hacia donde la brillante luz del cielo le guiaba.
El viaje de los tres Reyes Magos
A lo lejos, en el gran reino de Tarsis, el Rey Mago Gaspar; conocido por ser el más justo de los reyes, lleno un cofre con su mejor incienso, famoso por ser aromático y cuyo humo era capaz de formar dibujos en el aire llenos de color; y lomos de su camello cruzo los desiertos hacia allí donde la estrella se dirigía.
Desde Godolia, fue Baltasar el tercer rey mago en ver la brillante estrella. Baltasar era el rey más generoso de oriente y era conocido por estar siempre dispuesto a ayudar a los demás. Este rey quiso llevar un cofre de mirra con el que uno podía crear un sin fin de medicinas y perfumes.
Mientras iban hacia Belén, allí donde las estrella les guía, una densa niebla cayó sobre el camino y los tres Reyes Magos decidieron subir a lo alto de una colina para poder ver el sendero a seguir.
Una vez en la cima los reyes se encontraron unos con los otros, y se rieron al descubrir que aun viniendo cada uno de una parte diferente del mundo, todos habían tenido la misma idea para poder evitar que la niebla les impidiese continuar.
No tardaron mucho en llegar a un pequeño pesebre en el cual una pareja humilde cuidaba de un niño bañado por la luz de la estrella, entre que todas las personas de las cercanías iban dejando regalos junto a su cuna. Tan pronto como los tres reyes magos vieron al niño supieron que le esperaba un destino muy especial y ofrecieron sus cofres ante el recién nacido.
Tras esto, emprendieron de nuevo el viaje de vuelta hacia sus reinos decidiendo que para conmemorar el día en el que el nuevo rey había nacido y en el que los reyes magos se habían conocido; todos los años en esa fecha repartirían regalos a los niños del mundo entero.