“Ya vienen los reyes por el arenal.
Ya le traen al Niño un rico pañal.
Pampanitos verdes, hojas de limón,
la Virgen María, madre del Señor”.
Cuando empezamos a escuchar este tradicional villancico navideño, sabemos que se acerca uno de los días que con más ilusión esperan niños y mayores, el día de la Cabalgata de Reyes.
La primera cabalgata de Reyes data del año 1866 y se celebró en la ciudad alicantina de Alcoy. Es una de las cabalgatas con más tradición de España, considerada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Quien haya tenido la oportunidad de verla, sabe de primera mano que la Cabalgata de Alcoy es especial. Los Reyes Magos desfilan por las calles de la ciudad junto a sus pajes, llamados “els negres”. Van entrando a las casas por los balcones, acceden a ellas a través de unas largas escaleras de madera, a dejar a los niños los regalos que abrirán esa misma noche.
Y es que, la noche del cinco de enero, los grandes protagonistas son los niños recibiendo los regalos que han escrito en sus carta de Reyes. En sus caras se refleja la felicidad y la emoción por recibir a Melchor, Gaspar y Baltasar, que llegan a España, después de un largo viaje desde el lejano Oriente, para repartir ilusión y regalos a niños y mayores.
La cabalgata de Reyes es una tradición centenaria y se celebra como representación del viaje que hicieron los Reyes Magos hasta Belén, guiados por una estrella. En la actualidad, las cabalgatas de Reyes son un gran espectáculo de luz, fantasía y color, cada una con su particularidad, dependiendo de la ciudad en la que se celebre, pero todas igual de emotivas y mágicas.
Sus Majestades los Reyes a lomos de sus camellos, los carteros reales, los pajes y los emisarios, llegan para recorrer las calles de todos los pueblos y ciudades españolas mientras reparten regalos y cientos de caramelos, que saben que es lo que más les gusta a los niños.
Tras la cabalgata, los niños se van temprano a la cama, impacientes porque amanezca un nuevo día para abrir los regalos que les han dejado los Reyes.
A la mañana siguiente todos acuden ilusionados a sus zapatos para ver lo que han dejado sus majestades los reyes. Y así comienza el día de Reyes, con un despertar mágico, siendo esta la última celebración del periodo navideño.
Cabe mencionar que en este día de Reyes, hay un postre tradicional que no puede faltar en ninguna sobremesa o merienda, el famoso “Roscón de Reyes”. Se trata de un dulce relleno de nata, crema o trufa, que tiene como peculiaridad que hay figuritas en su interior.
Una de las sorpresas es un haba, que se calcula que se introdujo en el siglo III d.C, por ser considerada un símbolo de prosperidad y fertilidad, por lo que la persona que se encontraba esta legumbre en su trozo de pastel le deparaba un año próspero y fructífero.
Con el paso de los años esta tradición fue evolucionando, desapareciendo en algunos lugares y ganando importancia en otros, como en Francia, donde se convirtió en una costumbre muy importante para las familias reales y de la aristocracia francesa.
Durante algunos años la costumbre de introducir un haba desapareció y volvió a resurgir en el siglo XIX. En la actualidad nadie desea encontrarse, porque quien se la encuentra es coronado como el “rey de la reunión” y el encargado de pagar el roscón.