Sus Majestades los Reyes Magos deben afrontar el aluvión de cartas de una manera muy organizada y resuelta. Son millones, no, trillones de cartas recibidas en el buzón real. Tantas, que los Reyes Magos deben utilizar sus poderes mágicos para traducirlas e integrar todo lo que en ellas se refleja.
Cuentan con una especie de telepatía intuitiva que les cuenta y les refleja de manera directa, en su conocimiento, todo lo que las letras de los niños cuentan.
Un desafortunado día, una de las cartas se perdió por el desierto. Iba en el saco de Melchor, a buen recaudo. Pero una gran tormenta de arena que azotó de manera inesperada la ruta, hizo tambalearse al camello, quien perdió el equilibrio y cayó de bruces, reventando el saco con todo el correo Real.
Los pajes fueron rápidos y cuentan con una red especial, para parar y amortizar cualquier tropiezo y caída del correo. Pero una de las cartas escapó y fue llevada por el viento casi huracanado. La visibilidad era muy poca, las ráfagas cegaban los ojos de toda la comitiva a disposición de sus Majestades Melchor, Gaspar y Baltasar.
Sólo en casos de extremada urgencia, los Reyes Magos deben hacer uso de sus poderes más que mágicos. Sólo si los tres Reyes invocan a la vez el poder de la naturaleza, ella misma se vuelve su aliada.
En el centro de la tormenta, se colocaron los tres Reyes en círculo, cogidos de las manos y con la cabeza mirando al suelo. Sus palabras pronunciadas al unísono, eran ininteligibles, pero alrededor de ellos se comenzó a calmar el viento, creando un vórtice, como si de el ojo de un huracán se tratara.
Reinó por unos instantes un silencio abrumador que rompía de manera sorprendente, con el sonido que hace unos instantes se daba bajo el cielo atormentado. Y por arte de magia, entre la calma invocada y por un pequeño golpe de viento, de una forma ligera y zigzagueante, casi como el aleteo de una mariposa, cayó en el centro y a sus pies la carta que se había perdido llevada por el viento.
Con ello queremos decir, que los niños no se han de preocupar. Cualquier carta escrita a los Reyes Magos, por cualquiera de los medios, llegará a manos de Sus Queridas Majestades de Oriente. Porque Melchor, Gaspar y Baltasar, dedican toda su vida y su magia a la felicidad de los niños.